Sant Joan. Mito, fuego y verano

Para la sociedad moderna esta noche es conocida como la más corta del año. Para nuestros antepasados, se remonta hasta más de 8000 años de antigüedad, perdiéndose sus raíces en el tiempo.

De origen pagano, aún en nuestros días se encuentra cargada de simbolismo y magia.

Antiguamente se creía que el Sol estaba enamorado de la Tierra y se resistía a abandonarla. También existía la creencia de que ésta era una noche perfecta para ahuyentar malos espíritus y atraer a los buenos, así como para realizar hechizos de amor y fertilidad.

La palabra solsticio viene del latín “solis statio”, lo que se puede traducir literalmente como “Sol parado o detenido”. Aunque su fecha real es el 21 de junio, el cristianismo la trasladó a la víspera del 24 de junio, ya que según los textos fue cuando Zacarías hizo encender una hoguera para anunciar el nacimiento de Juan el Bautista.

Los griegos llamaban a los solsticios “puertas”, siendo ésta la “puerta de los hombres” y el solsticio de invierno (21 de diciembre) se denominaría “puerta de los dioses”.

En culturas como la egipcia, maya, azteca o tibetana, también tenían notable importancia los solsticios, ya que eran expertos conocedores de los astros para determinar la mejor planificación de su siembra, cosecha o cauce del río, llegando a dominar con exactitud y predecir todo tipo de fenómenos celestes.

Esta fiesta es celebrada en multitud de pueblos y, en todas sus versiones, gira en torno al fuego como tributo al Sol o manera de purificar pecados. También tiene protagonismo el agua, ya que se cree que en el momento exacto en que el Sol ilumina el amanecer, las aguas de fuentes y arroyos están dotadas de cualidades sanadoras y protectoras. Muchos arrojaban ropas viejas, papeles y cualquier recuerdo que quisiera ser borrado del año.

En toda Catalunya se celebran diversas verbenas de Sant Joan (“revetlles”), pero quizás sea en Barcelona donde se puede vivir de manera más intensa.

Una opción para las multitudes es acudir a la playa a hacer hogueras, otra es asistir a las verbenas populares de los barrios o ver los espectáculos de fuego de los Diables por el centro. Todo ello aderezado con cava y coca de Sant Joan, que completan esta mágica tradición.

¡Feliz verbena!

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